Arturo Trueba

Cuando todavía conservamos frescas las imágenes de los últimos acontecimientos festivos nos encaminamos al inicio del nuevo curso. Las espectaculares fotos de apresores en el aire en los gansos de Lekeitio o de la muchedumbre bajo la mirada de Marijaia en el txupinazo de Aste Nagusia o los esplendorosos fuegos artificiales que llenaron el cielo de Bilbao. Fueron las fiestas del reencuentro, y lo son todavía en aquellas localidades que las celebran en el verano tardío o principios del otoño. Galdakao, Bermeo, Basauri o Durango van air disfrutando de sus esperadas grandes fiestas en unos meses en los que se ha podido disfrutar gracias a una temperatura que ha permitido alargar las noches. Es lo bueno de lo malo de unos tiempos de sequía e incendios. Entre fiesta y fiesta entramos en un curso que se anuncia un tanto complicado por la invasión rusa de Ucrania y su guerra, la crisis energética, los restos de la crisis sanitaria y sus efectos y los achaques del planeta. Hablan de un otoño caliente. En principio se anuncian nubarrones por la inflación y el frenazo a las bonancibles expectativas económicas. Nos las prometíamos felices…

Hay dos formas de contar el año: el natural y el productivo. De hecho, ambos son compatibles. Aunque el productivo es el de la puesta en marcha de los nuevos proyectos o cursos. Es un momento de cambios y de reanudar la actividad con nuevos bríos, tras un periodo de descanso o de descompresión más o menos largo e intenso. De forma sencilla o complicada, desarrollando lo anterior o emprendiendo de forma útil y creativa, la sociedad intentará salir adelante, como se ha hecho casi siempre, con la vista puesta en lograr los objetivos marcados, en vez de minar la moral al personal con pronósticos agoreros. Hay quienes disfrutan con ello, o quienes creen que pueden sacar beneficios a base de empeorar las cosas difíciles. “Te caerás”, dicen algunos y repiten hasta que alguna vez te caes. Entonces sueltan ufanos ese “ya te lo dije”.  Sí, claro, lloverá, algún día lloverá… Mejor es mirar hacia delante y darse ánimos y animar a los demás a lograr los objetivos.