El periodista portugalujo Txema Soria ha recibido tantos agradecimientos como negritas publicadas en sus 26 años escribiendo las crónicas de sociedad de Bilbao y Bizkaia en La Mirilla del periódico El Correo. Ha entregado a ese género más de la mitad de su larga vida profesional y se ha jubilado por la puerta grande y dando muchas vueltas al ruedo. Trabajó en radio, televisión, prensa escrita, revistas o magazines. Escribió una novela y realizó dos películas. También colaboró desde el número 1 en los primeros compases de la ría del ocio, haciéndose acreedor años después del premio Angula de la Ría, trofeo inspirado en el dibujo de otro ilustre colaborador de la época, el cineasta Álex de la Iglesia.

Arturo Trueba

“Lo que he hecho con la jubilación es comprar tiempo para pensar en las cosas que quiero hacer, estar con los amigos, viajar, ver cine o escribir ficción, o no”

 

Sales por la puerta grande ¿no?

Es una despedida soñada, tanto del periódico como de la sociedad. Me ha emocionado que me den un reconocimiento, un premio, por ejemplo, los de la Asociación de la Boina de Bizkaia, que me hicieron un pequeño homenaje. La Asociación de Periodistas y el Colegio de Periodistas, por mi trayectoria profesional; el Colegio de Enfermería… En fin, comidas, cenas, despedida de mucha gente y la verdad es que estoy encantado. Nunca me habría imaginado que me iba a ir de la profesión de esta manera tan absolutamente emocionante, pero noto muchísimo cariño en todas las convocatorias.

¿Qué queda de aquel Txema de descreído que conocimos en la juventud universitaria?

Descreído, no, hombre, siempre he creído en mi profesión, yo siempre he querido ser periodista desde niño, desde muy joven. Lo que pasa es que cuando empiezas con 17 años piensas encontrar las grandes informaciones de tu vida y cambiar el mundo e irte de corresponsal a las guerras más cruentas. Pero el periodismo es muchas más cosas que eso, ¿no? Es una información local, es una buena entrevista, es una buena crónica social, no son solamente los corresponsales de guerras, sino los que hacen la información día a día de la ciudad, y los que hacen sucesos, la mejor escuela del mundo. En fin, el periodismo es mucho más que destapar el Watergate.

¿En tu vida profesional hay un antes y un después a La Mirilla?

Sí. Llevo 49 años enredando en el mundo del periodismo, de los cuales 26 prácticamente he hecho La Mirilla, con lo cual he pasado más de la mitad de mi vida profesional escribiendo la crónica social de El Correo. Sí, hay un antes y después, sobre todo además porque es mucho más tiempo, pero bueno, también he hecho de todo, he hecho información política, he retransmitido hasta partidos de baloncesto y de fútbol, magazines de radio, televisión, he escrito para Emakunde, para Eudel, para la revista Man, para el periódico Hierro, para Radio Nacional, para Onda Cero, donde fui jefe de programas en el País Vasco durante tres años… La vida profesional es un conocimiento del oficio y de la profesión.

La Mirilla te ha dado esa cercanía y ese reconocimiento social

Me ha dado ese reconocimiento social, efectivamente, porque son 26 años entrando casi todos los días en las casas de los bilbainos. Yo creo que es por insistencia más que por otra cosa: muy pocas personas habrán firmado un artículo diario durante tanto tiempo. Y no solo soy yo, sino que lo importante es el medio. El medio en el que tú trabajas es el que te da la oportunidad de tener la visibilidad. Y tú lo que haces es aprovechar esa visibilidad para hacer un buen trabajo. Aunque yo cuando me enfrentaba a una crónica no pensaba en la repercusión social que tenía para mí. La base de todo es hacer un buen trabajo. Lo importante era contar una historia que sucedía en Bilbao cada día, y contarla de una manera adecuada, contarla bien, y que se entendiera, y que dignificara lo que sucedía, y la profesión.

¿Cuál han sido tus mejores y tus peores momentos de la mirilla?

A ver… los peores… cuando vienen los reyes, el sistema de seguridad hace que tengas muy poca movilidad para trabajar. Estás muy acotado. Ese es el peor problema. Y ha habido épocas donde ha habido terrorismo, donde la gente no quería aparecer, en fotografías. Eso dificultaba un poco el trabajo. Pero luego ha habido épocas de explosión de alegría donde todo el mundo quería salir, de explosión de color, donde todo el mundo se ponía guapo para salir en las historias. La Mirilla no deja de ser un reflejo de lo que sucede en la sociedad. Ha habido épocas duras como estas y épocas muy divertidas, como las grandes inauguraciones. Recuerdo, por ejemplo, la inauguración del hotel Sheraton o el hotel Domine; dos festejos que yo creo que para la ciudad son inolvidables. Al Domine vinieron de Diana Ross y Sofía Loren. Aquello fue un espectáculo.

Has trabajado en otros medios ¿qué te aportaron a ti esas experiencias?

Yo he colaborado en Radio Juventud, el Hierro, Radio Nacional, he hecho programas en Bilbovisión, estuve en la ría del ocio en los primeros años escribiendo sobre teatro y haciendo entrevistas, y muchos más medios. ¿Qué me ha aportado? Pues profesionalidad. Es decir, conocer cómo abordar cada género, conocer cómo abordar cada información, conocer cómo debes tratar cada cosa y, sobre todo, claro, tengo 67 años recién cumplidos y somos una generación en que respetabas el off the record, en que respetabas tus fuentes. El mayor peligro está en no contrastar las informaciones con las fuentes. Yo tuve buenos maestros y traté de aprender de los ellos, claro.

¿Cómo ves el futuro del periodismo?

Estamos en un mundo de dudas. Está creciendo una nueva forma de comunicar. Pero yo sigo confiando en los medios tradicionales como una buena fuente de información.

Bueno, tu jubilación es más o menos activa…

Pues de momento estoy teniendo un poco más de tiempo libre y reuniéndome con mis amigos. Todavía no sé exactamente lo que voy a hacer en el futuro. Me están llegando muchas llamadas de proyectos para que me incorpore y siempre, naturalmente desde el punto de vista del voluntariado. Lo que hecho con la jubilación ha sido comprar tiempo, ganar tiempo. Y ahora puedo pensar en cómo dividir mi tiempo en las cosas que me gustan y que no he podido hacer. Ver más cine, leer más, escribir ficción o no. No sé, estar con amigos, viajar más.

¿Crees que el talento se jubila?

Coño. No lo sé. No, yo me imagino que cuando te jubilas puedes hacer otras cosas que te interesen. Y si has tenido talento para unas cosas, puedes tenerlas para otras. El talento se jubila cuando te mueres; mientras tanto lo que vas a hacer es ir enriqueciendo tu vida, y las cosas que pasan en tu vida van mejorando tu talento si lo transformas en algo.

 

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