El Museo Guggenheim Bilbao abre sus puertas para recibir una retrospectiva dedicada a Yayoi Kusama, una artista japonesa reconocida por su innovación, creatividad y espíritu libre. La exposición abarca temas icónicos de la autora, como la naturaleza y la energía vital, y ofrece un recorrido por su trayectoria artística en paralelo a los acontecimientos del siglo XX, marcado por conflictos bélicos, transformaciones políticas y sociales, y cambios constantes en el mundo del arte.

A pesar del conservadurismo de la sociedad japonesa en sus inicios, Kusama encontró en Nueva York, a finales de los años cincuenta, el entorno ideal para expresar todo su talento. A lo largo de las décadas siguientes, combinó su pasión con incursiones pioneras en diversas prácticas artísticas, como el performance, el ensamblaje y el arte de instalación, transitando por corrientes artísticas como el Pop, el Minimalismo y el Posminimalismo. Su valiente apuesta se ha convertido en un referente en la actualidad.

Sus instalaciones, caracterizadas por acumulaciones y motivos repetitivos que transforman espacios y objetos, así como sus fantásticas habitaciones con espejos que multiplican la experiencia del espectador, son expresiones inconfundibles de una autora siempre ansiosa por explorar nuevos territorios y plasmar sus preocupaciones, obsesiones y miedos. La exposición cuenta con 200 pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones y material de archivo, en colaboración con M+, el primer museo global de cultura visual contemporánea de Asia.

La colaboración entre Iberdrola y el Museo Guggenheim Bilbao es motivo de gran satisfacción, ya que permite consolidar la alianza con una institución líder y contribuir a que la ciudad sea reconocida a nivel mundial en el ámbito del arte, al igual que en innovación y desarrollo industrial. Cada año, exposición tras exposición, Iberdrola reafirma su compromiso con el museo, asegurando que los visitantes del Museo Guggenheim Bilbao disfruten de una de las muestras más esperadas de su calendario artístico anual.

 

 

Recorrido por la exposición

La obra de Kusama se basa en la autoafirmación y lo auto referencial, por lo que la exposición incluye un espacio dedicado al género del autorretrato, que constituye una práctica relevante a lo largo de toda su carrera, y sirve como introducción a la artista y la muestra. El recorrido empieza con Autorretrato (Self-Portrait, 1950), un cuadro oscuro con un girasol color rosa carne que flota sobre una boca humana, y sigue con los collages surrealistas de la década de 1970, un grabado de la década de 1990 y los lienzos con pintura acrílica de vivos colores del siglo XXI. Termina con Retrato (Portrait, 2015) una composición realizada a modo de collage que combina el característico patrón de lunares de la artista, con las también recurrentes redes y formas tentaculares.

Infinito

La primera exposición individual de Yayoi Kusama en Nueva York, celebrada en la Brata Gallery en 1959, presentaba cinco pinturas de enormes dimensiones tituladas Redes del infinito (Infinity Nets), en las que minúsculos arcos pintados en blanco cubrían toda la superficie de un fondo negro. Esta práctica constituyó una novedad para el público artístico neoyorkino, aunque fue especialmente reconocida en los círculos vanguardistas europeos. Sin título (Recorte de una Pintura de red de infinito) [Untitled (Off Cut of Infinity Net Painting)], 1960 es un fragmento de la pintura Infinity Net de 10 metros de largo que creó para su primera exposición individual en la Stephen Radich Gallery de Nueva York en 1961. Inicialmente inspiradas –como es el caso de El mar (The Sea, 1959)– por lo que vio durante el vuelo sobre el océano Pacífico en su viaje de Japón a Estados Unidos en 1957, estas obras exploran el infinito a través de redes y puntos que sugieren dimensiones galácticas, con lunares que representan estrellas, planetas y la propia Tierra como “un lunar entre un millón de estrellas”.

Esta dualidad del infinito y la nada constituye la base de la característica trama de redes y lunares de Kusama, que los concibe como partes recíprocas: los lunares son espacios negativos dentro de la red, y viceversa. Las Redes del infinito de las décadas de 1990 y 2000 establecen relaciones con las fuerzas naturales que inspiran a la artista, asemejándose a nubes ondulantes o campos de estrellas sin fin.

Por su parte, Transmigración (Transmigration, 2011), con sus cuatro paneles de vibrantes colores, alude a la visión de Kusama de un ciclo de vida continuo a través del renacimiento de la naturaleza y el océano, como en sus primeras pinturas de redes.

Acumulación

La idea de acumulación y repetición en el arte de Kusama puede interpretarse, más allá de como una tendencia obsesiva, como una expansión lógica de su visión creativa, que aplica tanto a una serie de dibujos en el suelo de su estudio como al corpus global de su obra artística. El collage Acumulación de letras (Accumulation of Letters, 1961) es una de las obras de acumulación más tempranas de la artista, realizada con recortes de su propio nombre procedentes de las tarjetas de invitación impresas para una exposición. Un año después, este impulso se desborda haciéndose tridimensional.

La artista cubre objetos y mobiliario doméstico, prendas de ropa, zapatos, maletas y otros elementos con cientos de protuberancias de tela con relleno. El resultado es una serie de objetos misteriosos, como Sin título (Silla) que presenta complejas e insólitas asociaciones orgánicas y eróticas. Además de resultar extremadamente laborioso, este método presenta límites a su visión del crecimiento, por lo que la artista comienza a incluir en sus obras espejos que virtualmente multiplican su trabajo. Poco a poco, el deseo compulsivo de multiplicar estas formas suaves llevó a Kusama a expandir su visión a través de sus salas de espejos infinitos a principios de 1965, y en telas plateadas o estampadas en los años 1970 y 1980, como Acumulación de manos, (Accumulation of Hands, 1980) donde un sofá y sillas están envueltos por cientos de guantes de plata.

Sus creaciones de este periodo incluyen el diseño de moda, espectáculos de luces y audiovisuales, manifestaciones políticas, instalaciones y cine expandido. En todas ellas incluye performances de pintura de los cuerpos, en las que la artista cubre de lunares pintados la piel de los participantes desnudos. Kusama denomina este acto “auto-obliteración”, un concepto que implica la liberación por parte del individuo, a través de la destrucción del “yo”, de las limitaciones que le impone la sociedad, incluidos los modelos femeninos imperantes. Ejemplo de ello es la instalación Autoobliteración (Self-Obliteration, 1966–74), consistente en una serie objetos cubiertos de pintura de vivos colores, entre ellos seis maniquíes, sillas y una mesa de comedor con elementos cotidianos.

Lo biocósmico

Yayoi Kusama se cría rodeada de un vivero de plantas, en la finca y negocio familiar, y desde temprana edad siente una estrecha conexión con la vida orgánica. Además de la conexión visual de estas plantaciones “infinitas” con su tendencia a la repetición, la artista observa la anatomía de las plantas y sus ciclos de vida y muerte, tal y como se aprecia en Sin título (Bocetos de flores) [Untitled (Flower Sketches), ca.1945], procedente de su cuaderno de dibujo de tiempos de la guerra. En obras como Brote (The Bud, 1951) utiliza bolsas de semillas de yute en lugar de lienzo, lo que denota su riqueza de recursos en una época en la que escaseaba el lienzo, y transmite la fuerza de la naturaleza a través de los materiales y del contenido. El término “biocósmico” o “naturaleza cósmica” pretende ilustrar el concepto ilimitado de “cosmos” que tiene la artista y su particular noción de la vida orgánica. Constituye una especie de lente a través de la cual contemplar toda la filosofía y producción artística de Kusama.