El Teatro Arriaga acoge a partir de hoy jueves, 12 de enero, y hasta el domingo día 15, un montaje teatral que recupera uno de esos grandes títulos que forman parte del imaginario colectivo: Los santos inocentes. La inolvidable novela de Miguel Delibes de 1981 (es también famosa la película de 1984) llega ahora a escena adaptada por Fernando Marías y Javier Hernández-Simón, que han asumido el reto de transformar al teatro una de las grandes novelas del siglo XX. El bilbaíno Hernández-Simón se encarga, además, de dirigir esta obra, que cuenta con un magnífico reparto compuesto por Javier Gutiérrez, Yune Nogueiras, José Fernández, Pepa Pedroche, Marta Gómez, Raquel Varela, Fernando Huesca, Luis Bermejo y Jacobo Dicenta.

Los santos inocentes, de Miguel Delibes, se presenta como un espejo en el que mirarnos, como sociedad y como individuos. Y como todos los espejos, nos devuelve el reflejo de nuestro pasado para que podamos explicar nuestro presente. La imagen a la que nos enfrenta es cruda, bella, salvaje… pero sobre todo profundamente humana. Delibes crea un universo tan sólido y veraz que a veces parece trascender a su autor. Habitan ahí personajes extraordinarios que surgen de una mirada lúcida e inmisericorde sobre la España de una época, que es también mirada sobre el ser humano, sobre el mundo y, sin duda lo principal, sobre la España de hoy. 

Delibes no muestra en su novela circunstancias y personajes que fueron y ya no son. Al contrario: advierte que esas circunstancias y esos personajes nunca se acabaron de ir, siguen estando ahí, aunque sea con otras formas, aguardando la oportunidad de retornar con nueva fuerza. Y retornan precisamente en esta adaptación, que propone un acercamiento distinto al de la novela. El primer planteamiento tajante de Marías y Hernández-Simón ha sido descartar la mera ilustración de la novela. Les ha parecido más enriquecedor y excitante, también de mayor respeto para el original, desmontar párrafo a párrafo su asombrosa estructura para armarla de otra forma que viniera a contar lo mismo. 

Y otra decisión importante y plenamente consciente ha sido la de apartar la mirada de la legendaria película que Mario Camus filmó en 1984 con la cual revolucionó las pantallas y las taquillas y fijó para siempre en la retina colectiva los nombres de Paco, el Bajo y Azarías. Esta propuesta teatral reinterpreta a los personajes desde la mirada de hoy.

Hemos visto en Azarías rastros de héroe anómalo, un silencioso corazón grande en Régula, Una mirada llena de dignidad y de esperanza en Nieves, la maldad impune de Iván, que todo lo daña y todo lo quiere dañar. Paco, con su resignación férrea, es acaso el personaje de Los santos inocentes que más nos concierne. Paco, el Bajo, es la pregunta y cada uno de nosotros es la respuesta.eatro