José Carlos Ruiz nos presenta su primera novela “Una mujer educada” en una entrevista en exclusiva para La Ría del Ocio. Como él nos cuenta lleva siendo profesor desde hace 20 años y ya antes a los 25 y 28 había escrito dos novelas, pero todas las editoriales se negaron a publicarlas. Después, empezó a publicar ensayos y le ha ido muy bien, pero como él dice: la pulsión narrativa de la ficción la ha tenido siempre dentro. La idea para esta novela le viene de una historia personal, de un familiar con una enfermedad terminal, que le hizo replantearse en muchas perspectivas vitales. Pensó que la novela era el único género narrativo que le permitía sacar todo lo que tenía dentro hacia fuera.

 

Eva es una mujer increíblemente compleja, con una carrera brillante y una vida personal llena de altibajos. ¿Cómo construiste su personaje y qué aspectos de su personalidad crees que pueden resonar en los lectores?

 

Lo construí utilizando a 22 mujeres. Es un homenaje a las mujeres de mi familia. Yo me he criado en una familia donde mis abuelas y mis tías abuelas venían de la pobreza absoluta en un pueblo de Córdoba, en Montoro, y era un clan matriarcal que entre ellas sacaron adelante toda una familia desde la nada, con mucho temperamento, mucho carácter y mucha inteligencia. Y eso, bueno, pues lo viví con mi abuela, lo viví con mi madre, que está todavía viva, y me parece que era un homenaje bonito a  esa figura, de esa mujer dura. Pero luego también porque, como te decía antes, cuando entro en una fase personal en la que mis seres queridos van muriendo por cáncer y toman conciencia de su finitud, encuentro que es cuando se les comunica que van a morir o que le queda poco tiempo de vida y entran en cuidados paliativos, la relación personal cambia. Cambia el vínculo de intimidad, se generan dinámicas de intimidad más profundas, se cuentan cosas que si no hubiese sido por esa enfermedad no se hubiesen contado, se piden perdones, se revisa la vida. Y me dio mucha rabia que tuviéramos que esperar a esos momentos o a ese tipo de noticias para que uno entrara a reforzar el vínculo de intimidad. Así es que me puse a trabajar sobre el tema y necesitaba a mujeres que hubiesen pasado por algo parecido. Entonces encontré que tenía, o tengo amigas, que son madres solteras que se han inseminado y que tienen una angustia existencial pensando todo el rato desde que fueron madres, si a mí me pasara algo ahora, ¿qué sería de mí hijo? Porque mis padres son ancianos y mi hija o mi hijo se quedaría solo. Eso es un tema de conversación recurrente con mis amigas. 

 

Luego el otro tema, que era la muerte, encontré a cuatro mujeres que accedieron a hablar conmigo, moribundas, la misma situación que mi personaje principal, para comprender cómo enfocaban ellas esos momentos finales, sabiendo que van a dejar descendencia y que tu descendencia apenas se va a acordar de ti. Entonces, este proyecto de entrevistar a mujeres, de ver qué temas les afectaba, qué les hubiese gustado contarle a sus hijos y que no van a tener tiempo de hacerlo, cómo jerarquizar la parte de su biografía que quieren dejarle como legado y saben que no tienen tiempo. Todo esto al final llega a crear el personaje de Eva. Creo que cualquier persona que se acerque a conocer a Eva, ese va a ser, por lo menos, afectado a nivel sentimental pero también a nivel epistemológico y ético. Es decir, te va a hacer pensar mucho sobre qué estamos haciendo en el día a día. 

 

“Las dinámicas de intimidad más profundas se crean cuando se comunica a alguien que va morir”

 

La novela pone la filosofía al servicio de la vida cotidiana. ¿Qué importancia tiene para ti que las personas puedan aplicar la filosofía en su día a día?

 

Yo creo que no solamente es importante, es que es inevitable. Es decir, sin quererlo, muchas personas tenemos una teoría de la justicia que no hemos elaborado sistemáticamente, pero la tenemos. Es decir, consideras que algo es justo e injusto,

a lo mejor no te has parado a pensar en tus criterios de fondo, pero los tienes ahí. Consideras que algo es bello o que es feo, porque tienes un criterio estético también. No te has parado a analizar de dónde proviene, pero si lo hicieras seguro que encuentras de dónde te viene esa idea de belleza. Lo mismo con la idea de bondad. En fin, yo creo que es inevitable que todo el mundo tenga eso. 

 

Entonces, la novela lo que de alguna manera deja en el trasfondo, no es evidente porque es una novela de personajes, pero sí está en el trasfondo de lo que Eva le dice a su hija, ella es catedrática de filosofía, es una mujer brillante, ha conseguido ser la catedrática de filosofía más joven de su universidad. Entonces, ella cuando sabe que va a morir, lo primero que quiere hacer es, voy a ver todo este aprendizaje que he hecho a nivel teórico de la filosofía, ¿sirve para algo? Es decir, ¿qué le puedo contar a mi hija de toda esta teoría que el día de mañana cuando se acerque a ello le sirva a nivel práctico?. Entonces, descubre que efectivamente hay muchas lecciones de la filosofía que forman parte de la toma de decisiones vitales y eso lo que va permeando de alguna manera en algunos consejos que ya le deja a la pequeña Lucía.

 

¿Cuánto de tu propia filosofía aparece reflejada en Eva y te ves a ti mismo en algunos de los dilemas que enfrenta la protagonista?

 

Es inevitable que permee una visión de la vida propia en cada uno de los personajes, no solamente en Eva, en el padre de Eva, que es un profesor de instituto de literatura jubilado. En la madre de Eva, que se dedica a la pedagogía terapéutica con síndrome de Down. En la hija, que todavía no está pero que es un proyecto de futuro. En el cuidador de Eva, tiene 31 años y está estudiando psicología por la UNED, también filtras una visión de tu vida sobre cómo enfocarlo. Es verdad que no es mío literal pero sí creo que hay mucho de cómo yo veo la vida en alguno de los consejos que Eva le deja a su hija. Sobre la seducción por ejemplo, sobre el erotismo yo entiendo el erotismo de una manera muy parecida como Eva entiende la mirada erótica y que le dice a su hija que la vida es mucho más gozosa si eres capaz de encontrar el erotismo en cualquier detalle. No hace falta que sea una persona solo, puede ser un gesto, puede ser una buena idea, puede ser un buen libro que te erotice. Hay una demanda de recuperar algo sustancial. Eso sí comparto con Eva que la vida es más gozosa a través de algunos de los consejos que ella le deja a su hija.

 

“Comparto con Eva que la vida es más gozosa a través de algunos de los consejos que ella le deja a su hija”

 

El tema de la soledad y su gestión es algo que Eva trata profundamente en sus cartas. ¿Cómo relacionas la reflexión sobre la soledad con el contexto actual de nuestra sociedad hiperconectada? 

 

Sí, es muy difícil. De hecho, ella se plantea ¿cómo le voy a dejar un legado a mi hija que no se va a acordar de mí porque tiene 18 meses? Entonces, ¿cómo construyo ese legado? Lo primero que se le ocurre es grabarse en vídeo. Pero luego piensa, mis alumnos en la universidad son muy visuales y todo lo visual no les termina de calar. Entonces no quiero hacerlo visual, decide hacerlo por escrito, para que en un libro la atención que tenga sobre la narrativa le exija a la hija tener el foco más centralizado. Esto implica también que cuando tú lees, acompañas tu soledad porque de alguna manera inevitable, hay un diálogo que te fuerza a tener que narrarte lo que vas leyendo. 

 

La soledad, en algún momento se lo dice también ella a su hija, dice “en la soledad hay que educarse”. ¿Qué es lo que sucede en el siglo XXI? Bueno, hemos sido educados en la sociabilidad. Siempre educación cívica, entrar en contacto con los demás, ser educado. Decía Aristóteles que somos animales políticos. Luego, somos animales de sociabilidad. Educar la sociabilidad sería algo casi consustancial en nosotros. Es decir, no debería ser muy difícil. ¿Qué es lo difícil? Educar la soledad. Porque no estamos preparados para la soledad desde que nacemos. Entonces ella le dice a su hija, constrúyete una pedagogía de la soledad donde te encuentres a gusto contigo cuando encuentres esos momentos, que sea algo dentro de tu cotidianidad donde no sientas angustia. Le va dando consejos para educar la soledad, porque nos educan en la sociabilidad, pero no te dan la pedagogía de lo solitario. Entonces, en un mundo tan difícil como el nuestro, la soledad es la consecuencia de no haber sido educados en ese tiempo de libre albedrío, donde cada uno tendría su capacidad de construir su cotidianidad sin necesidad de interacción con el otro, en encontrar momentos de intimidad donde estés a gusto. Y esto me parece que es uno de los grandes deberes de nuestra sociedad, de educar a la gente a aprender a estar sola sin angustia. 

 

“Educar a la gente a estar sola es uno de los grandes deberes de nuestra sociedad”

 

¿Qué recomendaciones filosóficas les darías a los lectores basadas en lo que aprenden de una “Mujer educada”? 

Filosóficas no sé decir, porque es muy complicado, porque al final yo entiendo la filosofía como una narración de la vida, comprendida desde el aprendizaje, es decir, tú narras tu propia vida, tu experiencia personal, tus aventuras amorosas,  tu concepto de injusticia etc. Y si lo narras bien, te lo narras bien a ti y lo narras en comunidad aprendes mucho y lo incorporas. Entonces, el aprendizaje son las sabidurías en el fondo. Lo que dice es “oye yo voy a dejar el legado sobre un proyecto vital”. Lo que quiero es que el día de mañana cuando mi hija se acerque a esto tenga una imagen de mí, que yo creo que es una imagen honesta, y encima le pueda ayudar a construir su identidad. Lo lea cuando lo lea, porque Eva no sabe cuándo va a leer su hija ese libro, pero si lo lee con 20, con 30, con 40 años, quiero que haya un aprendizaje o una reflexión sobre algunas cuestiones y que me conozca. Si hablo de la soledad, pues la madre le pone ejemplo de cuando se sintió sola y cómo salió. Habla de la culpa, le dice el sentimiento de culpa que tuvo la primera vez que tuvo que ir a abortar con 23 años.Y entonces el médico, antes del aborto, le pone la ecografía, el sonido del corazón del bebé. Y ella escucha el sonido del latido y le dice al médico, ¿tú estás segura que quieres abortar? Y entonces ella entra en un sentimiento de culpa enorme. Se lo cuenta a la hija y le dice, oye, esto me ha pasado a mí. Este es un sentimiento de culpa. ¿Cómo afrontar la culpa desde la perspectiva filosófica? Entonces, bueno, yo creo que cualquiera de los temas que hay, hay 13 temas que la madre considera oportunos delegar, son temas que pueden afectarnos a cualquiera y servirían como legado.