Guillermo Laborde es un talentoso dibujante cuyo arte ha cautivado a numerosos amantes del dibujo y la ilustración. Con una formación sólida en el ámbito artístico, Guillermo ha recorrido un apasionante camino en busca de perfeccionar su técnica y ampliar su visión creativa. Desde sus primeros pasos en el bachillerato artístico hasta sus estudios en el ciclo formativo de Grado Superior de ilustración en Bilbao y su carrera de cuatro años en Arte Gráfico en Barcelona, Guillermo ha explorado diversos medios y disciplinas artísticas, incluyendo proyectos de animación y cómic. Pero su conexión con el arte va más allá de la educación formal, ya que Guillermo también posee un legado familiar notable, siendo tataranieto del reconocido pintor Zuloaga.

Además de su pasión por el dibujo y la ilustración, Guillermo comparte su talento y conocimientos con otros a través de sus clases de dibujo. Imparte clases a niños, brindándoles la oportunidad de explorar su creatividad y desarrollar habilidades artísticas desde temprana edad. Estas clases son una forma de transmitir su pasión por el dibujo y ayudar a los jóvenes estudiantes a perder el miedo a equivocarse y a confiar en su propia capacidad artística.

 

¿Qué te inspiró a convertirte en dibujante y cuánto tiempo llevas dedicándote al dibujo?

Fue algo que pasó. Me fascinaban las caricaturas que emitían en la tele cuando era pequeño, como Doraemon, Las Supernenas… Eso despertó en mí una vena artística. Me decía mi mismo: Guau, qué dibujos más alucinantes. Me encantaría poder hacerlos. Así, empezó todo.

 Además, siempre me han fascinado más las historias que hay detrás de las caricaturas. Por ejemplo, en aquel tiempo, con las Supernenas, no me fijaba en el mensaje. Siendo niño no te sabes fijar en esas cosas. Te quedas con los dibujos, pero no en la historia. Había a veces temas bastante maduros para la época como el feminismo. Por eso, me atraen las historias que son profundas. Que tienen una transformación para el personaje. Que empiezan siendo una cosa, pero que luego acaban siendo otra. El querer contar esas historias y hacer esa clase de personajes es lo que me motivó a ser dibujante. A medida que he crecido, he sabido también dar prioridad a la historia que hay detrás de los personajes.

Por eso, yo diría que me dedico a esto desde los tres años, desde que tengo uso de razón.

¿Cómo definirías tu estilo de dibujo? ¿Te gustaría hacer animación?

Mi estilo se acerca más al cómic. Cuando dibujo, me gusta dejar un espacio o una pausa entre las viñetas en donde no hay diálogos y me concentro en las expresiones faciales de los personajes. Es importante para que en determinadas situaciones el espectador pueda procesar la información que quiero transmitirle. Me resulta natural y fácil de identificar.

No quiero meter mucho texto entre las viñetas, me gusta ser breve con lo que quiero decir. Se me hace más ligera la lectura. Conozco muchas historias que meten demasiada información en un solo capítulo y se me hace pesado de leer.

Me gustaría hacer animación. Con el paso del tiempo, he ido viendo cómo está el mercado. Qué cosas te dan prestigio o más trabajo. El cómic y la animación tampoco se diferencian tanto. Tanto en la animación como en el cómic te piden la habilidad de diseñar personajes y saber manejarte bien con los fondos. Hay una clara conexión. La única diferencia es que el cómic está en papel quieto y en la animación hay movimiento.

 ¿Quién es tu referente?

Desde que soy muy pequeño he admirado a muchos. Al principio, hacía dibujos que se asemejaban más a los dibujos animados de la tele. Pero, si tuviera que elegir uno, ahora mismo sería Eiichirō Oda, el creador del manga One Piece.

¿Cuál ha sido tu mayor desafío personal como dibujante y cómo lo superaste?

El desafío siempre ha sido darse a conocer. En este campo, lo que hace la gente es crearse una cuenta de Instagram. Hoy en día, las redes sociales son un medio donde puedes conseguir más visibilidad. También, a través de los concursos. En este caso, si tienes suerte y ganas te creas cierto renombre. Por eso, el desafío es mejorarme a mí mismo y llegar a más gente.

¿Cuál es el trabajo del que más te sientes orgulloso?

Estoy orgulloso de la facilidad que tengo para crear personajes que se queden en el corazón de la gente. De pequeño, era el que más dibujaba de la clase y lo que hacía, se lo enseñaba a los compañeros. Así, se quedaron con la imagen de los personajes y ahora cada vez que me ven se acuerdan de ellos. Es algo que se les ha quedado grabado.

¿Cómo es el proceso de crear el personaje?

Algunas veces veo un personaje interesante en la tele y eso me incita a hacer un personaje así. Pero, siempre intento no llegar a la imitación. Entonces, lo primero que hago es pensar la historia que quiero contar y luego pienso en cómo va a ser el personaje y en qué transformación va a tener. Lo ideal para mí es primero escribirlo y luego ya empieza la fase de diseño. Aunque, algunas veces ocurre al revés.

Pero, lo básico para crear personajes es tener una idea, escribirla, hacer un boceto a mano y luego pasarlo a la tableta. Posteriormente, le hago una foto o lo escaneo y utilizo un programa que se llama Procreate en el que puedes pegar la imagen y a partir de diferentes capas, rehacer el dibujo en digital.

 ¿Tus clases son para cualquier persona independientemente de su edad? ¿Tienes pensado la dinámica y su estructura?

Este es el cuarto año que imparto clases de dibujo a niños entre 7-15 años. Hasta ahora las he dado en Lekeitio. Organizó estas clases para enseñarles a dibujar lo que ellos quieran. De vez en cuando, les pongo algún reto. Como dibujar un paisaje o que se dibujen a ellos mismos. Pero, sobre todo, que pierdan el miedo a equivocarse y que no dependan tanto de la goma. Cualquier boceto o dibujo que hagan y que esté (según ellos) mal, que lo guarden. Porque eso les ayuda luego a conocer el progreso que han tenido. A raíz de sus primeros trabajos pueden sacar un aprendizaje e incluso una idea que no se haya hecho antes. Una trabajo propio y distintivo.

¿Qué métodos o técnicas utilizarías para transmitir tus habilidades de dibujo a tus alumnos?

 Casi siempre lo he hecho a mano. En una hoja en blanco y con un lápiz. El boceto es lo primoritario antes de meterle color. Si tienes la capacidad de plasmar la idea que tienes en la cabeza con un lápiz de forma sencilla, dar el siguiente paso es más fácil. Cabe mencionar que el último año he empezado a utilizar técnicas digitales.

¿Qué consejos les darías a aquellos que están interesados en aprender a dibujar, pero pueden sentirse intimidados o creer que no tienen talento?

Mi primer consejo es que hay que arriesgarse. Si es algo que realmente quieres hacer para el resto de tu vida, debes arriesgarte. El mercado está difícil. Hay mucha competencia y poca originalidad. Eso te puede frenar y la gente te puede decir que es muy difícil y que te dediques a otra cosa. Pero, si es algo que realmente quieres hacer como profesión, debes dar el paso y probar para perder el miedo. En su mayoría, ya han exprimido muchas temáticas. Eso te puede frenar y hacerte dudar. Sobre todo, si estás rodeado de gente que no te apoya o que no ven el dibujo como algo rentable.

Pero, persevera. Trabaja y no pierdas de vista tu objetivo. Enfócate en proceso. A la larga serás tú quién se dé cuenta de los resultados. Y de si has trabajado lo suficiente para lograrlos. De los errores también se aprende. No hay que sentir miedo del fracaso. De hecho, solo existe cuando te rindes.

Como bisnieto de Zuloaga, ¿Te sientes influenciado por el legado de tu tatarabuelo?

 En parte sí. Utilizamos una técnica muy distinta. Pero, siempre se ha dicho que después de tres o cuatro generaciones, alguien suele heredar algún legado del pasado. Yo creo que he heredado esa rama artística por parte suya. Además, tengo la suerte de que es algo que siempre me ha gustado. Siempre he estado motivado para seguir por este camino y no darme media vuelta.

 ¿Hay alguna pintura en particular de tu tatarabuelo que te haya impresionado o que tenga un significado especial para ti?

Tengo muchas. Por ejemplo, uno de ellos es el cuadro que le hizo a la Duquesa de Alba. Ignacio Zuloaga era limpio, muy detallado y hacia su trabajo con mucha pasión y cariño. Y que como espectador eso lo puedas sentir, es un don. Hay un cuadro en especial que me marcó. En él aparece un picador montando en un caballo blanco. “La víctima de la fiesta” de 1910. Ese cuadro me gusta porque es una escena bastante dura. Retrata la derrota. Le pone muchos detalles a la ropa y al caballo sangrando. Esa combinación es muy potente. Creo que no todo el mundo podría hacer algo así.

También esos paisajes hermosos que hacía de Toledo. Cada uno de sus cuadros es muy distinto. Aunque, hay una cosa que veo que destaca en todos sus cuadros. La expresividad facial. Las expresiones faciales que dibujaba son muy vibrantes sin dejar de lado la técnica. Hacía un trabajo muy limpio, muy detallado y con mucha pasión y cariño. Y que como espectador eso lo puedas sentir, también es un don.

 

Interesados en las clases contactar con: artbyguille@gmail.com