El miércoles 30 de octubre reabrió uno de los restaurantes más conocidos y queridos en la calle Santa María del Casco Viejo de Bilbao, el restaurante Kasko. El pasado 23 de julio, a menos de un mes de la Aste Nagusia, un incendio arrasó el local obligando a sus responsables a cerrar durante casi tres meses para restaurarlo. Tras semanas de duro trabajo, Nacho López, el dueño del restaurante Kasko, explica cómo ha sido el proceso de restauración y las novedades que los comensales podrán encontrar en el nuevo local.
¿Cómo te sientes con la reapertura del Kasko?
Emocionado. Ha sido un esfuerzo muy grande el que hemos hecho estos dos meses y medio, pero lo hemos conseguido. Hemos superado todos los retos y todas las adversidades. Los trabajadores de Vascolor han sido los que han hecho la parte más importante de la obra. Así que, por fin abrimos.
¿Cómo fue el susto?
Ese mismo día se me cayó la moto encima y me rompí el peroné. Dos horas más tarde me llamó la policía diciendo que estaba incendiado todo. A la moto no le pasó nada, que es lo principal. Se puede decir que lo he gestionado todo a la vez, mi pie y el Kasko.
¿Cuáles son las principales novedades?
Tenemos más espacio al fondo y también hemos hecho bastante limpieza. Llevamos 28 años y se van acumulando muchas cosas a lo largo del tiempo. Con el barrido que hemos hecho ha quedado todo como nuevo.
¿Cuál va a ser la orientación? ¿Va a seguir siendo lo mismo?
Sí, lo mismo. Vamos a hacer una carta de bar. Antes sólo teníamos un menú del día al mediodía y ahora tenemos también la carta de bar. Seguiremos con los menús del día, cartas de noche, la carta del mediodía… La mayor novedad es que le vamos a dar más protagonismo a la barra con más pinchos.
¿Cuáles son los platos principales?
Los clásicos. Es una carta kilómetro 0. Platos como el bacalao y el solomillo son productos cercanos. Hemos renunciado al jamón ibérico, pero tenemos un jamón vasco que es una maravilla. Hay novedades como la alubiada para dos personas o el menú sustraiak en el que ofrecemos bacalao y chuletón.
¿Qué tipo de cliente tiene el Kasko?
En el Kasko estamos orgullosos de trabajar con el libro gordo de petete que tenemos, que no nos dura el año, por lo general. Trabajamos con reservas, como siempre. Estamos encantados de no ser un restaurante de guiris, como parece habitual aquí en el Casco Viejo, sino de gente de Bilbao.
¿Cuántos mensajes de apoyo habéis recibido?
Innumerables. Hemos recibido mensajes de amigos y proveedores. Te anima mucho el apoyo de la gente. Eso ha sido lo mejor de todo.
¿Con qué brindarías la reapertura?
Vamos a brindar por el arte, ya que el Kasko es un sitio artístico. Es un sitio con música, gastronomía, escultura, pintura… es mi manera de ver las cosas. Hemos restaurado las esculturas de Dora Salazar que han quedado estupendas. Estaban negras, absolutamente oxidadas y ha habido que pulirlas. Ha sido un trabajo de tres operarios durante una semana.
¿Qué echas en falta en el Casco Viejo?
Me gustaría que el Casco Viejo fuera a ser otra vez lo que era. Un lugar de encuentro de gente de aquí, un lugar amable, sin franquicias y sin tanta edificación. Ahora no abren más que franquicias. No nos vienen mal, pero hay que buscar un compromiso entre las dos cosas. Todos echamos de menos aquel Casco Viejo pre inundaciones casi. O pre Guggenheim. Porque esa era la autenticidad del Casco Viejo, de las kuadrillas de txikiteros, cosas que se están perdiendo. Es una pena que no abran más que franquicias. Cada uno busca el negocio que quiere, pero es tan impersonal que, como esto siga así, va a dar igual estar en el Casco Viejo que en el Soho de Londres.