En Pecados, el cabaret de la carne, no hay cuarta pared que resista. Desde que se alza el telón, el espectáculo entra directo al cuerpo (y a la conciencia) con una mezcla de música, humor, texto afilado y un ritmo que no da tregua. La propuesta, codirigida por Fernando Montoya e Israel Reyes, transforma el escenario en una pasarela de excesos, contradicciones y placeres. Pero lo hace con una honestidad tan brutal como divertida.

Cada escena representa uno de los siete pecados capitales. Pero aquí no hay moralina: lo que hay es carne. De la real. De la que late, se equivoca, desea y se ríe de sí misma. Lo que vemos en escena no es un sermón disfrazado de musical, sino una radiografía provocadora de lo que todos llevamos dentro (aunque lo escondamos).

El público no solo observa: se mete dentro del juego. Se ríe, asiente, se encoge, aplaude. Hay momentos en los que la complicidad se vuelve palpable, casi física. Pero hay una escena en particular, la cual marca un punto de inflexión en la obra. De pronto, la sala estalla. Se escucha a la gente gritar, celebrar, descargar rabia y aplaudir con una energía desbordante. Es un momento casi catártico, inesperado y completamente único. No es habitual ver a un público responder así, tan espontáneo, tan vivo, tan dentro de la historia.

Y eso es lo que hace grande a Pecados: que detrás del cabaret hay verdad. No es solo un show, sino una mirada humana y ácida sobre todo aquello que nos cuesta admitir. La música no es solo acompañamiento: empuja, ironiza, representa. Las coreografías no decoran: intensifican. El humor no aligera: remueve.

Hasta el martes 19 de agosto, dentro de la programación de Aste Nagusia, el espectáculo puede disfrutarse en el Euskalduna Bilbao. Y sí, disfrutar es la palabra. Porque aunque el pecado sea el tema, lo que se celebra aquí es otra cosa: la risa como herramienta, el teatro como espejo y el placer de vernos reflejados sin miedo ni culpa. Puede que salgas del teatro con alguna pregunta o con la certeza de cuál es tu pecado favorito pero de lo que no hay duda es de que saldrás más vivo que nunca.