Por Araceli Viqueira
Con aspecto de trabalenguas cuando se escribe y sonido suave cuando ellos lo pronuncian, Trondheim es no sólo la entrada natural a uno de los fiordos más bonitos y largos de Noruega sino la parada obligatoria para todo “comidista” que se precie.
A Trondheim, tercera ciudad más grande del país con sus 200.000 habitantes y que enarbola la bandera de capital gastronómica, llegan cruceros y barcos cargados con pescado fresco que se sirve en todos los restaurantes.
El Scandic Nidelven Hotel ha recibido en 14 ocasiones el premio al mejor desayuno de Noruega, un galardón que, en la categoría de hoteles independientes, ha obtenido Palmehaven uno de los restaurantes del Hotel Britannia al que los fines de semana acuden los locales a disfrutar del brunch. No faltan en él una extensa muestra de quesos, la afamada mantequilla de Røros, variedad de cafés, salmón en diferentes preparaciones, arenques, ensaladas de gambas o la sourpølse, una salchicha agria.
El arduo trabajo que en los 80 consiguió convencer a los japoneses de que el salmón noruego era el perfecto sustituto del atún en la elaboración del sushi, ha proseguido hasta lograr que Trondheim se haya convertido en un semillero de restaurantes con estrella Michelin. Uno de ellos Speisalen, donde comer no resulta barato aunque si menos caro de lo esperado y donde es posible acompañar el menú con cualquier vino de entre los cientos existentes en el Vinvaren, algunos de ellos españoles, demandados por expertos y principiantes.
El orgullo de consumir producto local de reconocida calidad, llega hasta las mesas de los establecimientos de aspecto exterior humilde. Pilegrimsgärd, al borde del Nidelva, es un alojamiento donde los peregrinos pueden sellar sus credenciales, descansar, tomar en el jardín un café acompañado de un dulce casero que elabora diariamente la panadería Streif u optar por una comida en su acogedor restaurante donde sirven fuentes repletas de deliciosos productos locales.
La elegancia no está reñida con el sabor como queda claro en la visita a To Rom og Kjøkken, especialistas en pescado y maestros en el arte de la elaboración de la vieira, uno de los platos incluidos en el menú de 5 platos maridados con bebidas noruegas, lo que eleva el importe de la factura final.
Será difícil abandonar la ciudad sin probar el guisado de reno, habitualmente acompañado de champiñones, bayas rojas y patatas. En Baklandet Skydsstation, un pequeño e idílico restaurante en uno de los edificios de madera mas antiguos de la ciudad, la ración cuesta unos 30 euros si se acompaña con finísimo “flatbread”. Precio similar es el que tiene una buena porción de merluza, de carne tersa que se sirve en Britannia Brasserie.
La lectura combina con una comida informal. A Sellanraa bok&bar, acuden estudiantes universitarios a repasar temas pendientes o a consultar cualquier libro de la biblioteca pero es, esencialmente, un bar dinámico, informal, en el que tomar relajadamente un sandwich y un café.
La tarde puede empezar o terminar en Kalas og Kanastan tomando una cerveza de producción local, zumo ,sidra artesanal, bebida de ruibarbo o un cóctel. Aunque la bebida más típica con la que se elaboran muchos cócteles es el aquavit ,la propuesta más deliciosa para quienes no quieren alcohol puede ser el Drive que se sirve en Britannia Bar donde las horas pasan volando frente a cualquiera de los cócteles que se sirven.
Y, salvo para insomnes, sea lo que sea que comas, sin importar la hora del día o la noche en que lo hagas, remata con un café. Recuerda que los noruegos son unos de los mayores consumidores de café del mundo, aunque lo toman bastante frío.
Bienvenidos a la joven capital gastronómica : Trondenheim.