Por Itsaso Álvarez. 

A partir de las 04.34 horas, en Piscis, comenzará la Luna llena, la más llamativa de las fases lunares para los amantes de la observación del cielo nocturno. A partir de esta hora, la cara de la Luna esté totalmente iluminada por el Sol, completándose así la mitad del mes lunar. Este fenómeno natural ofrece imágenes asombrosas y tendrá una duración de cuatro horas.

El plenilunio de septiembre, conocido también como luna de la Cosecha, es además el último del verano de 2024. Además,  esta luna llena de septiembre llega en forma de superluna, fenómeno que ocurre cuando nuestro satélite se aproxima a la Tierra a menos de 360.000 kilómetros y que se traduce en una luna 16% más grande y 30% más brillante que cuando la vemos en su punto más lejano.

Como detalla Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional), “la segunda superluna del año tendrá lugar el 18 de septiembre, cuando nuestro satélite estará a tan solo 357.551 kilómetros“.

Asimismo, durante este plenilunio tendrá lugar un eclipse parcial de luna, visible desde España, el resto de Europa, África y casi toda América. Como explica Bachiller: “Este eclipse será débil porque tan solo el 8 % del diámetro lunar llegará a estar inmerso en la sombra. En Madrid, el primer contacto del disco lunar con la sombra sucederá a las 4:13 hora peninsular y de Baleares (3:13 en Canarias) y el último contacto con la sombra será a las 5:16. Estas horas variarán ligeramente para diferentes puntos de la geografía nacional. El máximo del eclipse tendrá lugar a las 4:44“.

¿Por qué se ponen estos nombres a las lunas?

El origen de las 12 denominaciones populares de las lunas llenas se atribuye a los nativos de Norteamérica, quienes durante siglos bautizaron los plenilunios para evocar un hecho importante relacionado con la agricultura o la naturaleza que coincidía cada mes.

De esta manera, en un año tenemos la luna llena del lobo (enero); de la nieve (febrero); del gusano (marzo); la luna rosa (abril); de las flores (mayo); de fresa (junio); luna llena de ciervo (julio); del esturión (agosto); de cosecha (septiembre); del cazador (octubre); del castor (noviembre) y la luna llena fría (diciembre).

Para ver la luna llena no es necesario disponer de telescopio, ya que basta con nuestros propios ojos para contemplar su mágica iluminación, incluso pudiendo distinguir ciertos rasgos de su cara. Eso sí, el uso de prismáticos permiten apreciar más detalles de su superficie.

Lo más importante será situarnos en un punto elevado, sin obstáculos y en el que haya poca contaminación lumínica.

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