Luis Zueco (Borja, Zaragoza, 1979) es ingeniero industrial, licenciado en Historia y máster en Investigación Artística e Histórica, miembro de la Asociación Española de Amigos de los Castillos y colaborador, como experto en patrimonio y cultura, en diversos medios de comunicación. Además, es director de los Castillos de Grisel y de Bulbuente, dos fortalezas restauradas y habilitadas como alojamientos con encanto y como sede de eventos.
Entre sus obras se encuentran Rojo amanecer en Lepanto; la trilogía medieval El castillo, La ciudad y El monasterio, ambientada en los escenarios arquitectónicos más importantes de la época; El mercader de libros y El cirujano de almas. En 2023 comenzó la bilogía “Un mundo nuevo” con la publicación de El tablero de la reina, una obra sobre los orígenes del ajedrez moderno y el ascenso al poder de Isabel la Católica y que se cierra con El mapa de un mundo nuevo, una novela con más de 300.000 ejemplares vendidos y con la que ha realizado una gira por más de 25 ciudades y de la que nos habla en esta entrevista.
El mapa de un mundo nuevo
Año 1494. La nueva ruta hacia las Indias ha expandido como nunca antes los dominios de la corona española. Isabel la Católica encara los últimos años de su vida al frente de un enorme imperio que llega hasta los confines del mundo conocido al tiempo que planea una compleja estrategia; la reina más ambiciosa que jamás haya ocupado el trono no está dispuesta a ceder el poder, ni siquiera después de su muerte.
Mientras tanto, un joven cartógrafo escapa de Flandes, falsamente acusado de asesinato.
De su mano se recorrerán las ciudades más fascinantes y los caminos más peligrosos, desde la Florencia del Renacimiento hasta Barcelona, Valencia y Sevilla. Sus aprendizajes le llevarán a pensar que los descubrimientos de Cristóbal Colón ocultan demasiado, pues ningún mapa respalda las tesis de sus viajes. El destino unirá sus sospechas a las de María, una mujer con muchas cuentas pendientes y junto a la cual se propondrá arrebatar al almirante algo que nadie ha logrado hasta entonces: la verdad.
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LRO: ¿Qué tal llevas la gira de El mapa de un mundo nuevo?
L.Z.: Muy intensa porque son ya casi cuatro meses y medio y, menos las Islas, que voy a primeros del año que viene, el resto de la geografía me lo he pateado prácticamente entero así que muy contento.
Vistos tantos lugares ya tienes mucho feedback de la novela y es muy emocionante porque vienen lectores que te siguen, que ya se han leído la novela pero también se han leído las anteriores y también les gustaron. Y, claro, cuando estás en casa eso no te llega. Porque puedes contactar por redes sociales pero no es lo mismo que ver a una persona que a lo mejor no es ni de la ciudad donde haces la presentación, que se ha movilizado 100 kilómetros o más hasta la ciudad en la que estás para decirte que se ha leído los libros y que se los trae para firmarlos y eso es muy bonito.
LRO: Con respecto a las novelas anteriores: sacaste El tablero de la reina y ahora El mapa de un mundo nuevo; ambos con una mirada muy especial a Isabel II. ¿Por qué esa mirada?
L.Z.: Pues viene todo un poco por la forma en la que trabajo yo. Yo trabajo con periodos y personajes históricos en función de las ideas que quiero contar. El tablero de la reina, que es la novela anterior, está muy centrada en el ajedrez, que a mí me gusta mucho y que es muy apasionante. Yo quiero hacer una novela sobre el ajedrez y la ubico en el inicio del reinado de Isabel II, porque una cosa que no se sabe es que Isabel tiene mucho que ver con el ajedrez moderno, con la figura de la reina del ajedrez que jugamos hoy en día, que en teoría está inspirada en ella. Pero primero fue el tema: el ajedrez. Y luego lo ubico en la historia, sus personajes… Y, trabajando esa novela, con la documentación, sobre todo con los mapas pero también con otros elementos, me surge una idea de hacer una novela sobre el mundo de los viajes, de los mapas, del cambio que empieza al final de la Edad Media e inicio de la Edad Moderna… Y todo eso también sucede en el periodo de reinado de Isabel pero veinte años después.
Las dos novelas tienen el nexo de unión de Isabel II, que es muy potente por su contexto y por su reinado, pero luego son historias independientes con tramas totalmente distintas; aunque Isabel siempre esté ahí y vaya a más esa evolución de la reina y sea una figura clave de las novelas. No es coger un personaje sino un “yo quiero contar algo y tengo que buscar la mejor manera de contarlo, en el mejor lugar y en el mejor momento” y, en este caso, las dos novelas eran con el reinado de Isabel.
LRO: Entonces, tu documentación para El mapa de un mundo nuevo, ¿cuándo empieza?
L.Z.: Empieza con la otra. Pero eso lo hago mucho: trabajar en dos o tres novelas a la vez. Igual que leo normalmente dos o tres libros a la vez. Y luego ya vas viendo cuál va primero y cuál va después. Entre la salida de una novela y otra hay un año o año y medio, pero a lo mejor llevo cuatro o cinco años trabajando en ella, o más… Creo que las novelas necesitan mucho tiempo; releerlas, encontrar cosas nuevas… Así que realmente están solapadas en el momento de la escritura, aunque luego, claro, se publican cuando se publican.
LRO: En parte, tú escribes novela histórica por tu formación, pero ¿qué importancia le das a que se escriba hoy en día novela histórica?
L.Z.: Yo creo que, por suerte, ahora se escribe más novela histórica que nunca. Porque antes consumíamos mucha novela histórica extranjera y eso ha cambiado. Ahora tienes autores haciendo novelas de todo tipo: de la Edad Media pero también del Japón feudal o de China… Creo que eso es muy interesante y que la clave es que la gente está muy interesada en la historia y, sobre todo, en el poder de viajar en el tiempo. Al final, independientemente de la importancia que le das a determinados hechos históricos, la novela lo que quiere es que viajes en el tiempo. Eso es una de las cosas más maravillosas que puede hacer una persona: imaginarse en otra época e intentar pensar, comprender y vivir como vivían gentes de hace cuatrocientos o quinientos años, que a veces igual incluso vivían en tu misma ciudad… Lo que quiere la gente cuando lee novela histórica es viajar en el tiempo, más que el hecho de que les hablen de reyes, de batallas, hechos históricos muy puntuales… No, lo que buscan es la experiencia del viaje.
LRO: Tal vez por eso durante toda la novela buscas intercalar toda esa documentación, todos esos datos históricos con una parte de ficción, ¿no? ¿Tiene el sentido de que el lector pueda reconocerse a sí mismo en esa época anterior?
L.Z.: Sí y para enganchar al lector. Cuando voy preparando la novela y busco la documentación, busco también detalles históricos que sean sencillos pero que sean muy llamativos y que te lleven a la época. Por ejemplo, en la novela hay comerciantes de cuernos de unicornio, que es una cosa muy sorprendente que te hace pensar “¿cómo? ¿estoy leyendo fantasía?”. No, no estás leyendo fantasía, estás leyendo una novela en el siglo XV y en el siglo XV los unicornios existen, la gente cree en ellos y, de hecho, existe un comercio de cuernos de unicornio. Hay otro comerciante de reliquias y tienen una gran importancia los tintes y los colores y se habla y se le da mucha importancia a la ropa, a la seda, por qué te vistes de amarillo o te vistes de verde, qué simboliza, qué implica… Son cosas que hoy ya se han perdido. Tú te vistes de verde y amarillo porque te da la gana, pero en el siglo XV si te vistes de amarillo estás lanzando un mensaje, si llevas el pelo suelto o recogido también estás mandando un mensaje. Y, todo esto, creo que son detalles muy sencillos pero que a la gente le sirve muy bien para situarse en la época.
LRO: Y dentro de esta ficción hay un personaje importante que es Noah.
L.Z.: Noah es el espíritu de la novela. Él quiere viajar, quiere conocer el mundo, no quiere que se lo cuenten sino contarlo él. Quiere ser cartógrafo y quiere poder dibujar el mundo. Eso es algo que ahora ha cambiado un poco la perspectiva porque los mapas no son importantes porque tenemos Google maps y tenemos navegadores y no necesitamos los mapas, pero la novela se sitúa en una época en la que dibujar el mundo, en un momento de la historia en la que había lugares que no se sabía ni que existían y otros que se sabía que existían pero no se tenía ni idea de cómo eran, era una de las labores más bonitas que se podía hacer. Noah quiere salir a descubrir el mundo. Es un chico joven, adolescente, y quiere viajar que es algo que debería querer todo el mundo.
LRO: Igual también lo que buscas en los lectores ¿no? No solo leerlo y que se lo cuentes tú, sino ese espíritu de querer viajar.
L.Z.: Es que yo creo que es muy importante, que hay que viajar. No hacer turismo, sino viajar. También puedes hacer turismo, pero teniendo claro que no es lo mismo. Si quieres ir a un sitio, hacerte cuatro fotos y hacer las colas… pues, bueno, está bien; pero si quieres viajar y vivir una experiencia viajando es otra cosa. En la novela creo que se entiende ese espíritu de viajero, de que un viaje te cambie la vida. Hacer turismo no te cambia la vida, viajar sí. Porque vas a descubrir y porque lo realmente importante es el viaje, no tanto el destino. Es un poco la diferencia con el turismo, donde lo que importa es el destino. Quieres ir a Nueva York y quieres ir lo antes posible y tienes que ver estas diez cosas y las tienes que hacer y punto. No te ha cambiado la vida. Otra cosa es que quisieras viajar a Nueva York. Eso ya es otra cosa: el viaje, la planificación… Ese es un poco el espíritu de Noah que es también el espíritu de la novela.
LRO: Por otro lado, está el personaje de María.
L.Z.: Son muy distintos, sí. Sobre todo porque estamos en el siglo XV y hay mucha diferencia entre un hombre y una mujer ya solo por la desigualdad que hay. Ella está obligada a ser una mujer mucho más fuerte que Noah. Noah no es tan fuerte, María tiene que serlo porque si no lo fuera no podría sobrevivir. Sobre todo con todo lo que le pasa. Y de tan fuerte que tiene que ser, acaba siendo vengativa. Tiene un arco dramático muy amplio y es un personaje clave de la novela que le da también un espíritu. Realmente es el personaje con más fuerza de la novela, más que ningún otro. Yo quería plantearlo así porque me parecía que era también la manera de explicar cómo podía ser en el siglo XV ser una mujer.
LRO: Me da la sensación de que cuidas mucho los personajes femeninos. Tanto el de María como la figura de Isabel II.
L.Z.: Yo creo que todas las mujeres de esta época que sobresalen merecen ese reconocimiento. Los hombres lo tienen mucho más fácil: no tienen que ser ni tan brillantes ni tan fuertes porque no lo necesitan por las circunstancias de la sociedad de la época. En cambio, las mujeres tienen que ser brillantes, tienen que ser fuertes, porque si no lo son no van a poder sobresalir. Y aún así lo van a tener muy difícil.
Y luego, claro, Isabel es un personaje clave. Creo que con los reyes católicos, como son muy antiguos, los vemos como algo muy tradicional, pero lo vemos con una mirada del siglo XXI. Hay que mirarlo con los ojos y la perspectiva de entonces. Y, desde la perspectiva del siglo XV, Isabel es una pasada, una revolucionaria, una innovadora. Es una niña que crece sin padre, con su madre enferma de salud mental, con su hermano que fallece en extrañas circunstancias, todos en contra de ella… y termina siendo la Reina. Y empieza a aplicar unas medidas muy ambiciosas y termina sentando las bases de lo que luego va a ser un imperio. Es una mujer muy moderna para su época.
LRO: Quiero darle importancia al propio título. El mapa de un mundo nuevo. Por un lado, destacas el mapa, que es una figura clave de este libro.
L.Z.: Los mapas son claves porque estamos en un momento en el que está cambiando el mundo. Yo creo que es el cambio más importante de la historia. Pasamos de la Edad Media a la Edad Moderna, pero la Edad Media en cierta manera también es considerada Edad Antigua, porque hay muchos conceptos que continúan. Y aquí rompe. Rompe por muchas razones, no solo una. No cambia solo porque se descubre América, más bien se descubre América porque el mundo está cambiando. Y, porque cambia la mentalidad y cambia la tecnología, entonces son posibles estos grandes hitos. Está cambiando el comercio, está cambiando la política, está cambiando el arte, las relaciones sociales… Está cambiando todo. Por primera vez, son conscientes de cómo es el mundo. Por eso la importancia de los mapas, porque por primera vez van a querer dibujar cómo es ese mundo que ha cambiado. Porque, hasta esta época, lo que querían era dibujar cómo era el mundo que les interesaba: el Mediterráneo y algo de Europa, del norte de África y Oriente Próximo… Pero no querían conocer cómo era el resto del mundo. Por ese cambio se vuelven fundamentales los mapas.
LRO: ¿Por qué crees que surge esa ambición por querer conocer el mundo?
L.Z.: Porque cambia la mentalidad. Es un proceso largo, son como 50 o 60 años. No es una generación, son casi tres generaciones. Para que surja un cambio de estas características no basta con que una generación dé el paso; la siguiente tiene que continuarlo y la tercera rematarlo. Y cuando ya pasan tres generaciones intentando cambiar las cosas, al final el mundo cambia. Pero esto es muy complicado, porque normalmente siempre hay gente que no está dispuesta a eso. Y es un cambio que está viniendo ya desde la invención de la imprenta… de repente los libros y las ideas comienzan a fluir mucho más rápido, surge el Humanismo, el comercio explota y hace que las clases sociales tiemblen porque ahora gente humilde puede tener mucho dinero comerciando (que esto no había pasado antes en la historia), empieza a haber más dinero y, al haber más dinero, se desarrolla el arte, surge el Renacimiento, hay más tecnología… Es un proceso. Van uniéndose cosas, que no se entienden las unas sin las otras.
Al final el viaje de Colón no deja de ser una consecuencia de este proceso, ligado a la explotación del comercio. Porque lo que quiere es llegar a China aunque por el camino descubrió América. No le interesaba realmente descubrir América, porque allí no había comercio, pero es la consecuencia a esa apertura, a buscar dinero… Todo se va acumulando y, después de tres generaciones, ya el mundo ha cambiado por completo y sesenta años después es todo distinto.
LRO: Entiendo también por eso que es “El mapa de un mundo nuevo” y no “El mapa del Nuevo Mundo”, que haría referencia al descubrimiento de América.
L.Z.: Claro. Pero como tenemos tan asimilado lo del Nuevo Mundo, hay mucha gente que se confunde al leer el título. Y sí, el Nuevo Mundo es importante, pero aquí estamos hablando de algo mucho más grande.
LRO: Supongo que estás ya documentándote o ya te has documentado para lo que será tu próxima novela…
L.Z.: Sí, tengo dos ideas sobre las que estoy documentándome y, sobre todo, mejorando el guion. Mi objetivo es, en navidades, decidir por cuál de las dos voy a tirar para la próxima novela. Depende el día trabajo una u otra, le doy vueltas… Mi idea es el 1 de enero de 2025 saber cuál de las dos va a ser la elegida y en enero ya, que no tendré prácticamente gira, empezar a escribir mucho.