Araceli Viqueira

Habrá que esperar unos años para comprobar si finalmente lo consigue pero, en todo caso, es la ilusión que mueve a los propietarios de POMO, nuevo museo de arte moderno y contemporáneo inaugurado a mediados de febrero.

La ubicación, es perfecta: centro de la ciudad. El edificio cumple: se aprovecha no solo el anterior edificio de correos y su fachada art nuveau, sino que se salvaguardan tantos elementos como ha sido posible del interior de esta construcción de 1G11, a la que India Mahdavi, bajo encargo de la fundadora

Mónica Reitán, ha dado nueva vida. Todo a favor para ser incluido en el elitista grupo de museos más impresionantes de Noruega, como lo ha sido el Guggenheim.

 

FACHADA EDIFICIO POMO Autor fotografía Øyvind Breivik

Rotarán a lo largo del tiempo distintas exposiciones pero será la casa permanente de varias obras de Munch, uno de los artistas noruegos con más proyección internacional. Picasso le acompañará durante 3 meses, a partir de agosto y

ambos compartirán espacio con ciudadanos que cada jueves pueden acudir hasta las 10 de la noche y disfrutar de otras partes del edificio como el teatro, o el bar.

Trondheim se considera a si misma una ciudad musical y hasta deportiva, aunque nunca ha renunciado a su perfil cultural favorecido por la presencia del colectivo universitario lo que le ha permitido ser nombrada capital noruega del conocimiento. En algo, a buen seguro, contribuye también la gran presencia de galerías que en una población de poco más de 200.000 habitantes se acercan a la treintena. Ninguna de ellas se ha permitido para su instalación comprometer los paisajes que rodean uno de los fiordos más atractivos en el país

escandinavo.

El inicio del fiordo que lleva el mismo nombre que la ciudad, se aprecia desde la península de Lada, a la que se puede llegar caminando desde el centro. Un sendero de 14 kilómetros va bordeando la costa que pasa por bahías, playas de guijarros, bosques e incluso ruinas de la segunda Guerra Mundial. Algunos de los vestigios son el búnker de Østmarka, que se va recuperando del deterioro tras la guerra, y el muelle viejo de Ladekaia, que pasó de pequeño puerto a ser la instalación que cobijaba la unidad Marine Sperrwaffen-Komando, especializada en barrido de minas.

Muelle Ladekaia y restos de la presencia alemana durante la II Guerra Mundial.

La conocida como ruta Ladestien, que pasa ante la casa vacacional del poeta Kristian Kristiansens, apenas tiene cuestas y transcurre entre abundante vegetación de abedules, pinos y avellanos entre los que corretean pequeñas ardillas. Es, sin lugar a dudas, uno de los recorridos más frecuentados por los vecinos. En lo alto de un montículo de Korsvika un monumento rinde homenaje al explorador Vikingo Leif Erikson, que supuestamente fue el primer europeo en pisar el continente americano

 

Los viajes de Erikson inspiraron la estatua en forma de barco realizada por Geir Stormoen.

Los más atrevidos no dudan en entrar al búnker de Polsmohula cuyas dos entradas se camuflan entre los árboles.

A caminar están muy habituados los noruegos, que disfrutan del deporte. Es muy probable que pese a haber oído hablar del Camino de Santiago, nunca hayamos escuchado hablar del Camino de San Olav, su equivalente noruego que expandió el cristianismo en el país escandinavo. Los peregrinos se acercan a venerarlo a la catedral de Trondheim, Nidaros, donde fue enterrado en secreto y se supone sigue desde el año 1030. En España, en 1959 se descubrió el cadáver momificado de la princesa Cristina de Noruega, hija de Hâkon IV descendiente del santo, a

quien casaron en 1257 con Felipe de Castilla. Concretamente fue en la localidad burgalesa de Covarrubias donde, en uno de sus parajes, en 2011 se levantó una ermita dedicada a San Olav que ha dado lugar a una ruta de 60 kilómetros que arrancan ante la catedral de Burgos y terminan en Covarrubias.

El camino europeo de San Olav, es una ruta de 5.000 km de los que casi la mitad transcurren por Noruega. Sin embargo, en España, un trazado de este camino une Burgos y Covarrubias.

Podría decirse que el arte que guardan en el interior los museos de Trondheim tienen en el exterior un duro competidor: la naturaleza y la historia. De ella

disfrutan permanentemente quienes allí viven y quienes visitan la ciudad deberían seguir sus pasos….o sus carreras porque al caer la tarde , vestidos con sus mallas, inundan las calles y jardines que tapizan una ciudad a la que no asusta la nieve ni la lluvia.

Otra buena propuesta es ascender en tranvía desde San Olav Gate hasta Lian para explorar los alrededores de Bymarka , una reserva natural de ochenta kilómetros cuadrados a solo ocho kilómetros del centro, y caminar por uno de los recorridos de distintas longitudes y dificultades.

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