Teatro Arriaga arranca con fuerza su programación teatral de 2023, proponiendo para los días 6, 7 y 8 de enero El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, un montaje que tiene muchos elementos de interés. El primero es la obra en sí, un texto de 1976 que se está convirtiendo en un clásico contemporáneo, que se llevó al cine a mediados de los 80 y del que se han llevado a cabo numerosos proyectos teatrales. Y es que la historia que narra, que parte del encuentro entre dos personas en el contexto de una celda, para reflexionar sobre temas de calado como el amor, la identidad sexual y política, y la vida en general, continúa siendo plenamente vigente.
Obviamente, sus dos intérpretes protagonistas son sin duda foco de atracción de este montaje, no en vano hablamos de Eusebio Poncela, un actor de referencia de la escena española de los últimos 40 años, y de Igor Yebra, mundialmente conocido y reconocido como bailarín y coreógrafo de primerísimo nivel, que en este proyecto se aleja por completo de su terreno de confort para ofrecer una estupenda actuación actoral.
Poncela y Yebra dan vida a Molina y Valentín, dos compañeros de celda. Molina es una mujer en un cuerpo de hombre, encerrado por seducir a un menor. Valentín es un activista político, que quiere cambiar el mundo torturado durante los interrogatorios. Para escapar de la realidad, Molina evoca películas antiguas, a través de las cuáles en un proceso de identificación con sus protagonistas y secundarios, reflexionan sobre su propia vida y su identidad política y sexual. Un combate interior con muchas heridas abiertas y una pantera que no deja de rugir.
Y en la dirección de esta propuesta teatral, una mujer que ha dado mucho de qué hablar en la escena estos últimos años: Carlota Ferrer. La directora plantea un juego escénico con muchos recursos poéticos, como por ejemplo algunas proyecciones artísticas que acompañan a las actuaciones de Poncela y Yebra y que refuerzan esta historia prohibida que saca a la luz la necesidad de amar del ser humano. Y es que Valentín y Molina, durante su encierro, son compañeros de un viaje existencial, un viaje de liberación. Se trata de un casi thriller que huele a bolero. Mientras fuera de su aislamiento reinan la muerte y la tortura, sueñan un mundo que sigue esperando una revolución. La liberación política pasa por la liberación de los cuerpos.