Nekane Lauzirika
Begoña Crespo, en su libro “La Ría” eleva este cauce de agua a la categoría de vivencia compartida
Todos los que habitamos de Bilbao a Getxo o Santurtzi, y también quienes nos visitan, cruzamos de izquierda a derecha, y viceversa, las aguas de la Ría a través de sus hermosos y variados puentes y en este trasiego siempre podemos encontrarnos con el susurro de las confidencias de la Ría.
De estas confidencias nos habla Begoña Crespo Hidalgo en su último libro “La Ría”, donde con una prosa muy poética, y por momentos hasta lírica, nos presenta un emocionado alegato sobre nuestra Ría.
Si alguien hubiera hecho el recorrido por sus márgenes hace un siglo y lo pudiera recrear hoy día comparándolo, en su recorrido actual seguramente encontraría un sinfín de diferencias, de cambios, de rincones nuevos o rincones viejos en desuso. Pero seguramente seguiría percibiendo las singularidades de esta Ría, los momentos de este cauce de agua que da vida desde Bilbao hasta El Abra.
Begoña Crespo y su amor la Ría
Begoña es jurista de formación y como tal participó en la elaboración del Plan General de Ordenación Urbana de Bilbao y ha sido directora jurídica de la Sociedad Bilbao Ría 2000, así que es una buena conocedora de la Ría y su entorno, de modo que en su libro “La Ría” deja traslucir permanentemente la necesidad de quererla y cuidarla, porque en sus propias palabras, “quien tanto nos ha dado” no merece menos. Querer no solo sus estructuras físicas, sino sobre todo su espíritu de confidencias que murmuran sus aguas, ahora mucho más limpias que hace cuatro o cinco décadas.
En esta visión poética, por momentos sentimental, por momentos realista y siempre bajo el prisma del cariño más entrañable por la Ría, a su Ría, Begoña nos hace transitar por este fluvial como eje vertebrador de un espacio donde las mujeres ocupan un plano muy destacado en la evolución de sus márgenes y de todas las actividades que en ellas se han dado en los últimos tiempos. Sardineras, sirgueras, vendedoras, corredoras que han sido una presencia constante en este fluir constante de la Ría.
Siendo una Ría, Begoña no puede menos que reflejar las grandes diferencias que hay entre las bajamares y las pleamares, islas que emergen o se sumergen según los flujos de marea viendo cómo aparecen playas o meandros para lo que hay que pararse y esperar a que el agua suba o baje a su ritmo lunar.
Un recorrido por la Ría
Como no podría ser menos, en un recorrido por el alma de la Ría no pueden faltar los puentes que permiten bogar de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Puente de San Antón, de San Francisco, la pasarela de la Ribera, puente la Merced, puente colgante de Los Fueros, el puente de El Arenal, el del Ayuntamiento, la pasarela Zubi-Zuri, puente de La Salve, la pasarela puente Arrupe, el puente de Deusto, el Euskalduna, el puente Frank Ghery, el puente Rontegui y el puente Bizkaia, que tejen en conjunto un sólido zurcido de márgenes; puentes que han estado siempre presentes en esas confidencias que canturrea las aguas de la Ría, algunos desde tiempo inmemorial, otros que tristemente han desaparecido y otros muy recientes, pero que ya han calado como parte del “Bilbao de toda la vida”.
Orillas, márgenes, meandros, riberas, grúas, esqueletos de grandes edificios industriales, astilleros, cargaderos de mineral, restos de la siderurgia, todo un jalón de hitos reflejado en sus monumentos industriales. Son los restos de su rica arqueología siderúrgica, naval, mercantil y, por supuesto, vital para todas las gentes que habitaron los márgenes de esta Ría del Nervión-Ibaizabal y para las que ahora tenemos la satisfacción de seguir habitándolas.
Leer las páginas de este libro (Ediciones El Gallo de Oro S.L.) es navegar por el recuerdo contándonos mutuamente las confidencias de la Ría con sus márgenes, sus historias y sus habitantes. Una salutífera lectura para querer y cuidar el cauce final del Ibaizabal-Nervión abrazándose al mar cantábrico.