La escritora Ángela Banzas, finalista del Premio Planeta 2025, habla sobre Cuando el viento hable, una novela que transforma recuerdos personales en literatura. A través de Sofía, su protagonista, nos muestra un relato lleno de esperanza y resiliencia, donde la luz se encuentra incluso en la oscuridad de la posguerra.
P: Santiago de Compostela tiene una presencia muy poderosa en Cuando el viento hable, hasta el punto de que podría considerarse un personaje más de la historia. ¿Qué tiene esta ciudad y Galicia en general que la hace tan indispensable en sus novelas?
R: En todas mis novelas está presente y en esta debía estarlo necesariamente porque es mi historia más íntima, ligada a mi infancia. En ese sentido tenía que ser necesariamente Santiago de Compostela y también esa mirada que tengo yo siempre atlántica, buscando el mar, el más allá. Para mí Galicia implica ya no solamente la ambientación, el clima, el paisaje. Es el lugar en el que también han crecido mis emociones. Yo dentro de la novela me afano especialmente en trabajar las emociones de mis personajes, su desarrollo psicológico y emocional, pero también a través de los sentidos, esa ambientación que permite trasladar a los lectores al universo que yo he creado para ellos.
P: Cuando el viento hable parte de una experiencia muy personal de tu infancia. ¿Cómo fue el proceso de transformar un recuerdo tan íntimo en una historia literaria?
R: Fue un proceso que a mí me ha dejado un calorcito delicioso en el pecho y por tanto me ha dejado tan satisfecha que si me hace bien a mí siempre pienso o sueño con el ideal de que también pueda hacer el mismo bien en otra persona que me lea.
P: La protagonista, Sofía, aprende a encontrar luz incluso en medio de la oscuridad de la posguerra. ¿Diría que en esa capacidad de resiliencia hay algo de si misma?
R: Sí que diría, pero porque ella lo que hace además con esta filosofía que tiene ya estoica marcada por su padre, con esas meditaciones que le leía de Marco Aurelio. Se potencia su imaginación y me parece una herramienta increíblemente poderosa porque al final la imaginación es la facultad que tiene el alma para poder proyectar nuestros ideales. El ideal de la felicidad que tiene cada uno está marcado por sus propias vivencias y en ese sentido, Sofía y yo tenemos la misma forma de enfocarlo, de sentirlo, pero siempre con la mirada a esa esperanza.
P: Tras esta experiencia como finalista del Premio Planeta, ¿qué nuevos proyectos literarios tiene en mente y qué temas le gustaría explorar en sus próximas novelas?
R: En cuanto a las historias, estaba ya barajando dos posibles historias durante el verano, antes de saber que podía pasarme lo que estoy viviendo tan bonito. Sí que estaba ya trabajando en dos posibles tramas y todavía no me he decantado por ninguna. Algo me dice la intuición que durante un ‘tiempecito’ no voy a poder escribir, pero bueno, seguiré pensando y gestando algún personaje que me resulte lo suficientemente atractivo para llevarlo al papel.
P: En el último año, la inteligencia artificial ha irrumpido con fuerza en muchos campos creativos, incluida la literatura. ¿Me gustaría saber si alguna vez ha utilizado la inteligencia artificial durante el proceso de redacción, ya sea para inspirarse, estructurar texto o corregir?
R: La verdad es que nunca la he utilizado.
