Araceli Viqueira
A solo 25 kilómetros de Pamplona, la capital, se encuentra uno de los tranquilos valles navarros: Ulzama.
Menos de cien kilómetros que siempre lucen verdes y frondosos con la ayuda del agua que corre por los ríos Ultzama y su afluente el Arakil.
Más de dos tercios de la extensión de este valle, el más alto de la vertiente mediterránea navarra, son bosques de interés micológico en los que predominan hayas y robles.
Habitado desde hace más de 15.000 años, en ese valle formado por 14 pueblos y abundantes prados en los que las ovejas latxas pastan acompañadas de vacas lecheras y ganadería caballar, se instaló hace más de una década Dulkamara Bamboo, una firma de alta bio-cosmética que elabora sus productos con extractos de flores, plantas o brotes que, cuando es posible, se recogen del valle navarro de Ulzama, en el que destaca el Bosque de Orgi, donde existen más de trescientas especies de plantas.

La edad, el estrés, el viento, el sol, los cambios de temperatura, todo deja huella en nuestra piel, el órgano más grande del ser humano del que apenas nos acordamos un par de meses al año: el verano, cuando el exceso de sudoración provoca brillos constantes e irritación en zonas delicadas.
Y sin embargo, deberíamos de prestar atención a todo lo que le sucede a lo largo de los doce meses del año.

Parece que, Dulkamara lo es.
Dulkamara Bamboo, con edad para su puesta de largo, sigue respetando los valores del entorno en el que ha instalado el laboratorio donde lleva a cabo elaboraciones artesanales, veganas, ecológicas y aptas para celíacos que resultan realmente placenteras para la piel.

El bambú, que aporta tersura a la piel, es indispensable en las fórmulas de Dulkamara.