Naiara Cabezas Zabala
Cuando se anunció que Ridley Scott (Alien, Blade Runner) iba a hacer una secuela de Gladiator, hubo opiniones divididas. Algunos se alegraron, mientras que otros se disgustaron ya que la historia protagonizada por Russell Crowe quedaba bien cerrada y muchos no veían la necesidad de una secuela.
Cuando se lanzó el primer tráiler, algunos de los emocionados por la secuela cambiaron de opinión, mientras que otros se sumaron al entusiasmo. Ahora, con la película finalmente estrenada y batiendo records de taquilla, todas las dudas han quedado despejadas.
Gladiator II dirigida nuevamente por Ridley Scott y escrita por David Scarpa (Napoleon) es una película que repite la misma fórmula de la primera. Se podría decir que es un retelling de la original, donde nuevos personajes asumen los mismos roles y otros cumplen la misma función que en la primera.
Empecemos por el protagonista, Lucio, interpretado por Paul Mescal (Normal People, Aftersun). Este personaje, un soldado de Numidia que se hace llamar “Jano”, finalmente revela ser el hijo perdido de Lucila y Máximo. Su historia sigue un recorrido similar al de su padre: de soldado a gladiador, su reencuentro con su madre y, finalmente, su transformación en héroe. Sin embargo, a diferencia de Máximo, Lucio no tiene un final trágico. Otro punto en el que este personaje también se queda corto es en el carisma. Paul Mescal no logra igualar el magnetismo y la presencia que Russell Crowe aportó a la primera película.
Otro personaje que guarda similitudes con Máximo es el general Marco Acacio, interpretado por Pedro Pascal (Juego de Tronos, El Mandaloriano). Como Máximo, se presenta como un líder justo y honorable, pero lamentablemente, su arco carece de desarrollo, dejando su potencial narrativo desaprovechado.
De manera similar, la Lucila de Connie Nielsen (Wonder Woman), queda relegada a un segundo plano, sin aprovecharse del todo la oportunidad de explorar a fondo su relación con su hijo. Un personaje con potencial que, lamentablemente, termina siendo completamente derrochado.
Por otro lado, están los villanos, que en esta ocasión resultan ser los personajes menos relevantes de la historia. Se dice que una gran historia necesita grandes antagonistas, ya que son ellos quienes realzan el potencial del protagonista y, a menudo, logran robarse el espectáculo. Sin embargo, este no es el caso aquí.
Los antagonistas, interpretados por Joseph Quinn (The Fantastic Four, Stranger Thing) como el emperador Geta y Fred Hechinger (Fear Street) como el emperador Caracalla, se presentan como meros títeres en el poder, preocupados únicamente por entregarse a excesos como orgías y banquetes. No muestran ningún interés político ni ambición que los haga destacar; su único propósito parece ser el placer personal, lo que los convierte en villanos insípidos y carentes de impacto.
Por último, el personaje más interesante es el interpretado por Denzel Washington (Ganador de tres Globo de Oro, un Premio del Sindicato de Actores, un premio Tony y dos premios Óscar), quien da vida a Macrinus, un lanista (dueño de gladiadores) que compra al protagonista. A diferencia de los emperadores, Macrinus tiene secretos y ambiciones propias, lo que le otorga una complejidad que otros personajes no logran alcanzar. Sin embargo, sus planes se ven constantemente frustrados por las decisiones más desastrosas del guion.
En definitiva, Gladiator II es una película entretenida con grandes efectos visuales y batallas bien coreografiadas, pero no logra estar a la altura de la original. Aunque sigue la misma fórmula, su falta de desarrollo en algunos personajes y sus giros narrativos forzados la hacen tropezar en su tramo final, dejándola como una sombra de la primera película.
Datos históricos de la película
Aunque Gladiator II es una historia de ficción y no una película histórica, sí incorpora ciertos hechos reales. Por ejemplo, es cierto que se llevaban a cabo combates navales en el Coliseo. La plebe siempre exigía nuevas experiencias, lo que llevó a los espectáculos romanos a desarrollarse en magnitud y complejidad. Uno de los momentos más célebres de estos combates fue cuando Julio César, durante la celebración de su triunfo en el 46 a.C., decidió organizar una naumaquia o combate naval en el Campo de Marte, en las afueras de Roma.
César ordenó la excavación de un lago artificial que sería llenado con agua del río Tíber, canalizada especialmente para la ocasión. En este lago se enfrentaron 16 galeras, con 4.000 remeros esclavos y 2.000 gladiadores. La multitud que se reunió fue tan masiva que, según el historiador Suetonio, “los extranjeros tuvieron que dormir en tiendas, y muchos murieron aplastados por el gentío, entre ellos dos senadores”. Este gran espectáculo fue tan exitoso que su sucesor, Augusto, construyó un lago de 550 por 360 metros junto al Tíber, rodeado por gradas de ladrillo y mármol, con capacidad para decenas de miles de espectadores. En el combate inaugural, se enfrentaron 12 trirremes por bando en una recreación de la famosa batalla de Salamina, donde gladiadores vestidos de persas y griegos lucharon entre sí.
En cuanto al personaje de Caracalla, interpretado por Fred Hechinger en la película, es interesante notar que refleja algunas de las características más crueles y despiadadas del emperador real. Caracalla es considerado uno de los emperadores más tiranos de la historia del Imperio Romano. Los historiadores coinciden en que ordenó la muerte de su suegro y su hermano, además de exiliar a su esposa, lo que, indirectamente, llevó a su muerte. También se rumorea que intentó envenenar a su propio padre, aunque el intento fracasó.